jueves, 18 de marzo de 2010
DONDE EL LLANTO SE DECIDE
Vencida por el sueño, en la noche serena
Vigilante del miedo, dejando atrás la pena
A medio camino entre la distancia y el olvido
Te han herido, quizás, las flechas de Cupido.-
Noctámbula curiosa que tratas de entender
Lo que pasa por tu mente en ese instante cruel
En que afloran las lágrimas, amargas como hiel
Y puede que a destiempo, según tu parecer
No te abandones al llanto, no decaigas y piensa
Que tal como tú estás, muchas mujeres antes
Tal vez abandonadas o tal vez aún anhelantes
Fueron también tocadas por esa pena inmensa,
Y que solas no pudieron, o no supieron salir
En busca de la vida que siempre está dispuesta
Y que a poco que conserves las ganas de vivir
La encuentras colocada sobre tu mesa, expuesta.
Son, como dice el poeta, lágrimas de eterna soledad
Triste consuelo solitario de muchas gentes buenas
Incapaces aún de proyectar hacia afuera su maldad
Y que prefieren convivir con penas propias y ajenas.
Te digo amiga mía, por si me quieres oír
Que venimos al mundo también para reír
Que llorar está bien y a veces desahoga
Pero las lágrimas para ti sólo son una soga
Que impidiéndote el habla, anulan tu entereza
Te convierten en nada, te dejan de una pieza
Y dime, amor, si merece la pena realmente
Pasar horas llorando, mientras ríe la gente...
Para cuando te sea preciso estarán los amigos
Donde empiece el dolor, siquiera en un momento
Y aunque cerca de ti no este, y mucho lo lamento
Tú sabes amor mío, que puedes contar conmigo.
Te pido que nunca llores y si tienes que hacerlo
Y aún después de leer esto, no pudieras evitarlo,
Voy a estar convencido de que, tras leer mi poesía
Esa lágrima furtiva que se escapa, es llanto de alegría.-
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