jueves, 31 de mayo de 2018

POR LA ORILLA DEL MAR






No podré dejar de llorar cuando te vayas
debajo del viejo roble o de la joven haya
quizá no lo sepas nunca, pero al partir
me has quitado del todo las ganas de vivir.

Pasan por mi cabeza pasadas actitudes
sueños perlados de tristeza, anodinos
piedras en busca perenne de un camino
y ancianos añorando aún sus juventudes.

Por la orilla del mar, hay un sendero
olvidado y oscuro, mojado por las olas
bastante concurrido aún en el mes de Enero
e iluminado por la noche por alguna farola;

el cual no conduce a ningún sitio conocido
caminas y caminas y nunca acabas de llegar
a un destino concreto, donde nunca has vivido
ésa es la consecuencia de andar cerca del mar.

Pero se trata ahora de no perder la estela
de viejos conocidos que un día estuvieron
pendientes de tu vida y contigo aprendieron
a llorar y también a recitar alguna cantinela

de ésas que en los barcos se convierten en sones
que retumban por dentro, mientras la vieja nave
impulsada por el viento, se desplaza a empellones
y cuya singladura gran parte de las veces nadie sabe.

Nos fuimos por veredas extrañas, donde no vimos
ni rastro de humanidad, ni un pozo siquiera
en donde sacar agua fría, así que decidimos
regresar un tanto alicaídos y con la lengua fuera

y personas extrañas nos ofrecieron cobijo
y por un instante la vida pareció sonreírnos;
no era el momento adecuado de quedarnos
pero al menos podíamos partir de un sitio fijo

para dar la vuelta a un mundo que no era redondo
sino plano como la estepa que cubre, helada, el suelo
por donde van pisando las almas en busca de consuelo
y a cada paso revientan burbujas de un olor hediondo.

y no hay perfume que disimule el tufo resultante
ni tampoco puede lograrlo un buen desodorante
se trata de pasar lo más deprisa posible, tapando
las narices con los dedos, mientras vas caminando.



...///...

No hay comentarios: