domingo, 28 de agosto de 2016

HASTA PASADO UN AÑO








Quien no persigue alguna vez un sueño, nunca gana;
son aquellos que sienten en la nuca el aliento del amor
y exteriorizan, de tanto en tanto, su patente resquemor
los que, como se dice en frase hecha, parten la pana

y adelantan a los que corren en pos de una ilusión,
que no es sino espejismo cruel en desierto de arena
hoy ciertamente estoy a salvo de cualquier situación
pero iré con cuidado, pues hasta el odio se entrena,

y cuando la persona amada, deja de sentir esa pasión
a todas luces excesiva, pero a su tiempo agradable,
quedan sobre la mesa los restos de comida desechable
y sobre la cama, aún caliente, medio caído un camisón.

Y se escucha en el baño alguna voz tierna, una canción
atenuada por gotas de agua que caen veloces en cascada
luego dejan de oírse los ruidos, y no parece haber nada,
y la pálida luz de un nuevo amanecer se cuela, de rondón

hasta el último rincón de la habitación un poco abandonada
carente de sentido su parca ubicación, como desaliñada,
si es que el cuarto de un hotel puede ser en ocasiones un hogar
nos queda mucho por decir sobre el amor, y si es posible amar

en tiempos tan revueltos como los que ahora vivimos
tan lejos del ancho mar como de la altiva montaña
cuya altitud real incluso al ojo más experto engaña
y puestos a elucubrar, tal vez incluso otrora intuimos

que nuestra relación, que fue un cúmulo de sensaciones
lastradas todas ellas por la infecunda matriz de la pasión
nos ha dejado huérfanos de amor, y realizando sesiones
de un espiritismo barato, pero perfecto para esta situación.

Porque cuando se trata de invocar el cariño, todo ayuda
incluso una lágrima bien dirigida hace mella en nosotros
quedando para la posteridad, y para el juicio de otros,
la síntesis de un beso prematuro, lejos de cualquier duda

pero presto a reclamar su lugar en el mundo, ese espacio
cuyo mantenimiento le cuesta al corazón mucho dinero
y entretanto debe, a ojos de los demás, permanecer entero
para ralentizar su ansioso latir, podría ir más despacio,

pero entonces no sería un corazón, sino un corazoncito,
y hasta las estrellas se iban a burlar de su escaso tamaño;
un día no muy lejano, podría estallar, para quedarse frito
aunque quizá nadie se diese cuenta, hasta pasado un año.-




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