Cuando el tren parta raudo y el jefe de estación
Con su blanca bandera dé la señal de partida
Invadida tal vez por una cierta emoción
Y quien sabe si también un poco cohibida
No dejarás de mirar desde la ventanilla
A todos los que van quedando en el andén
Si estuviera a tu lado, rozando tu mejilla
Yo estoy casi seguro que miraría también.
Donde vaya ese tren, irá mi mente henchida
De amor, cuyos efectos son bastante conocidos
De repente te parecer ser como un árbol caído
Y un instante más tarde, regresarás a la vida.
No pasará ni un año y ya echaré de menos
Los instantes felices, por ambos tan queridos
Las caricias salvajes, los besos prometidos
Y momentos de gloria, en los días amenos
En que las circunstancias nos instaban a amar
Olvidando que afuera la lluvia intermitente
Descargaba con furia, como el agua del mar
Que se bate en retirada, con su estela imponente
Tras de hollar una roca, puesta sobre la playa
Por algún dios lejano, pero fuerte y pesado;
Quizá por no buscarlo, yo me haya encontrado
Atrapado en tu mundo, haciendo de cobaya
De un sinfín de ilusiones puestas sobre un altar
Sin vírgenes ni velas, ni tan siquiera un manto
Con el cual enjuagar las lágrimas de un llanto
Que causa con sollozos, sin dejar disfrutar
Del instante infinito que proporciona el hecho
De saber que el amor, siempre en dos direcciones
Se nutre del vacío que dejaron en ti las emociones
Y entonces podrás ver como están al acecho
Los horribles mirones que enfangan casi todo
Con su maledicencia, pura descortesía,
Fieles a ningún sitio, viajeros por un día
En un viejo autobús que suena de tal modo
Que debes de rezar antes y durante toda la travesía
A cuenta de un destino mas negro que el alquitrán
No querría que mis rezos prolongasen mi agonía
Lo peor es que mis sueños, tal como vienen, se van.
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