domingo, 30 de septiembre de 2012

EN LA REMOTA POSADA DEL OLVIDO (1)





Analicemos con calma esta triste situación que a ambos nos atañe
Averigüemos por qué hemos consumido al menos media vida
En tratar de abandonarnos al igual que a un perro en la avenida
Sin ninguna palabra de cariño, y quizá con algún gesto que nos dañe.

Seguramente tú recordarás tan sólo los peores momentos que pasaste
Probablemente yo terminaré buscando en la maraña hostil del universo
Aquellos besos que con tanta prontitud al amparo del amor me propinaste
Y que provocaron en nosotros, al menos eso creo, sentimientos diversos.

Baja la lluvia desde lo alto del cielo y tras de un breve alto en la montaña
Se precipita río abajo en busca de los mares que acogerán con calma su caudal
Cae la escarcha sobre la tierra fría y el vaho del atardecer los cristales empaña
Mientras allá en el horizonte tan solo se ve languideciendo la aurora boreal

Y el hielo forma figuras deslizantes, a la par que progresa la tormenta
Superando la pálida salida del sol del mediodía, luciendo a contraluz
Pergeñando una límpida blancura, parecida a la de un patio andaluz
Con su toque de aroma de azahar, y ese suave bouquet al té de menta

Que solíamos tomar cuando aún nuestros corazones parecían pensar
Y nuestros pensamientos se nutrían casi únicamente de corazonadas
Mientras la cara más amable del amor aún nos permitía reír y retozar
En tanto que la risa se burlaba del llanto a base de grandes carcajadas.

Y pasábamos sin más de un otoño gris, a un triste invierno helado
Haciendo figuritas en el hielo con la punta de zapatos de charol
Dejando pasar el rato, sin muchas convicción, yendo de lado a lado
Y besándonos torpemente, con bastante desgana, debajo de un farol.

Se mueve el aire, que es brisa en la mañana y soplo al mediodía
En pos de una esperanza que de ser cierta, sería bienvenida
Porque nos haría partícipes y actores de lo que es la alegría
De poder disponer, de un poco de tiempo, o de toda la vida

Para gozar del sol, indolente en su marcha hacia el ocaso
Arrastrando tras de sí las sombras que sueñan con no serlo
Cuyas lánguidas siluetas deslizantes, nunca nos harán caso
Mientras coges un fruto del árbol de la vida y al morderlo

Vienen a tu memoria junto con los olores, pasadas sensaciones
De aromas olvidados a salvia y a azahar, a flor recién cortada
Que juntos aspiramos, unidos al brindar manos y corazones
Una vez que de nuevo, el ave del amor, estuvo amaestrada.

Y ya nunca intentó escapar de esa jaula, de puerta sin pestillo
Pintada en purpurina, colgada en el salón junto al piano de cola
Con el que tú solías cantar canciones, siempre que estabas sola
Y cuyo eco hacía que se pusiesen a vibrar los muebles del altillo.-

SIGUE................